viernes, 28 de septiembre de 2012

Jim Jarmusch - Dead man (1995)


 MATASTE AL HOMBRE QUE TE MATÓ ?
Johnny Deep, ese actor de alma torturada y mirada profunda, protagoniza una película repleta de alegorías y de filosofía sobre la muerte que Jim Jarmusch dirige magistralmente. En ocasiones estremecedor, a ratos esperpéntica, a veces profunda, pero siempre poética, la muerte es la gran protagonista y la gran filósofa de esta obra. Muy recomendable si se quiere ver una buena película, nada recomendable si se pretende disfrutar de una típica de “indios y vaqueros”.
La historia podría parecer simple, un hombre llamado William Blake viaja desde Cleveland hacia la costa oeste de América en el tiempo en que indios y vaqueros se dedicaban a descerrajarse tiros y ensartarse en flechas mutuamente, pero cuando llega a su destino, el fin de la civilización, la ciudad de “Machine”, descubre que el trabajo para el que ha ido ya está ocupado y que está en un lugar hostil y sin ley. Cansado y derrotado, el hombre va a una taberna donde encuentra a una bella joven que le invita a pasar la noche. Ese resplandor de felicidad momentánea se ve empañado cuando a la mañana siguiente el ex novio de la chica aparece y le pega un tiro a ella, Blake mata al hombre, pero la bala que mata a su fugaz amor le atraviesa y se aloja junto al corazón de él. William Blake está muerto, aunque aún camina, el “metal del hombre blanco” recorta sus horas inexorablemente y no hay nada que pueda hacer para evitarlo.
El chico de Cleveland es ayudado por un indio, que responde al nombre de “Nadie” y que le ayuda en su último viaje mientras es perseguido por decenas de cazarrecompensas. “¿Mataste al hombre que te mató?”, le pregunta Nadie, pero Blake, consternado, le responde “No estoy muerto”. Sin embargo, lo está, aunque aún no haya dejado de respirar y de moverse y eso es algo de lo que se dará cuenta poco a poco.
La imagen en blanco y negro dota a la película de un aire nostálgico y centra la atención en los detalles y en los personajes más que en el paisaje. La ausencia de efectos especiales muestran la muerte y la violencia en crudo, sin aspavientos ni grandilocuencias. El ritmo, casi demasiado lento, da respiros para reflexionar sobre los sentimientos de los personajes, lo que les impulsa a actuar, sobre el significado de lo que se está viendo. La música y a veces la ausencia de ella, envuelve la escena y le da la solemnidad o la fuerza que necesita. La combinación de estos elementos hacen de “Dead man” una película para la reflexión.
FA 1543

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