sábado, 29 de septiembre de 2012

Henri Verneuil - Melodie en sous-sol (1963)


Gran jugada en la Costa Azul
Charles (Gabin) acaba de salir de la cárcel. Su mujer le propone que inviertan sus ahorros para montar un chiringuito en la Costa Azul y comenzar una nueva vida. Pero Charles ya no es joven y lo que desea es dar un último y gran golpe que le permita retirarse a lo grande. Tiene un plan perfecto para acceder a la cámara acorazada de un casino en Cannes, que contiene cien millones de francos. Para llevar a cabo el trabajo cuenta con la complicidad de Francis (Delon), un joven compañero de prisión. (FILMAFFINITY)
FA 5083

Jane Campion - An angel at my Table (1990)


Un ángel en mi mesa
Adaptación de la autobiografía de la escritora Janet Frame. Ella crece en una familia pobre con muchos hermanos y hermanas. Ya a temprana edad es diferente a otros niños. Recibe una educación como maestra, pero desde que es considerada anormal, es encerrada en una institución mental durante ocho años. El éxito le llega cuando comienza a escribir libros. (FILMAFFINITY)
1990: Venecia: León de Plata, mejor actriz (Kerry Fox)
1990: Festival de Toronto: Premio FIPRESCI
FA 5085

Josh Radnor - Happythankyoumoreplease (2010)


Sam Wexler, un joven aspirante a escritor, tiene un día pésimo: debe acudir a una importante cita con el director de una prestigiosa editorial de Nueva York y se despierta tarde y con resaca; por el camino se encuentra con un niño que ha perdido a su madre en el metro; Sam se debate entre continuar su camino o hacerse cargo de él hasta que encuentre a su madre. Como ésta no aparece, decide entonces llevarlo consigo a la editorial. La cita constituye un estrepitoso fracaso. Su vida sentimental no va mucho mejor que su carrera, pasa de una relación a otra, evitando cualquier tipo de compromiso, hasta que conoce a Mississippi, una hermosa camarera que es también cantante. Queda tan fascinado por ella que le propone un curioso trato que hará tambalearse su vida y la de sus amigos. (FILMAFFINITY)
2010: Sundance Film Festival: Nominada al Gran Premio del Jurado. Premio del público a la Mejor Película


Pues si no le conoces, es el momento para que empieces a hacerlo. Acércate a ver su película (no puede ser más suya, si la escribe, dirige y protagoniza), y después engánchate a la serie que le ha hecho famoso ("How I met your mother").

Porque tras ver su ópera prima, tengo que decir tres cositas importantes:

En primer lugar, me siento feliz. Porque la vida, se construye a partir de las decisiones que tomamos y de las situaciones inesperadas que tenemos que afrontar. La valentía y la cobardía en nuestros actos delimitan nuestro carácter. Cuando ves que no eres el único que aciertas, o fallas en una decisión cotidiana, te das cuenta de lo cerca que estás del resto del mundo. Me siento feliz por haber visto una película humana.

En segundo lugar, me siento agradecido. Porque cuando las expectativas de una persona se ven colmadas, e incluso superadas por momentos, es lo único que puedes hacer. Y Josh Radnor, ha sabido canalizar la esperanza que tenía depositada en él, regalando un mosaico generacional enmarcado en una ciudad a la que claramente ama. Sus personajes destilan naturalidad y realismo. Su película entra en tu vida como un pqueño regalo.

En tercer y último lugar, sólo puedo pedir más, por favor. Más de esos personajes que se definen por sus palabras, y nos por sus grandilocuentes actos. Más de esa banda sonora elegida con mimo, en la que cada canción imprime ritmo a cada imagen. Más de esos planos cuidados que miman la narración. Más de esos diálogos que ocultan en su interior más de lo que dicen. Más de esos actores que dejaron de parecer actores en el momento en que se transformaron en amigos que me contaban sus problemas.

Señoras y señores, den la bienvenida al cine a Josh Radnor. Su película no es una obra maestra, pues se notan las prisas del novato, pero ya tiene trazos de genio, y si no, tiempo al tiempo. (EuTheRocker, FilmAffinity)
FA 5084

Sidney Poitier - Stir Crazy (1980)

Int: Gene Wilder, Richard Pryor, Georg Stanford Brown, JoBeth Williams, Miguel Angel Suarez, Craig T. Nelson
 Skip Donahue y Harry Monroe son dos amigos de Nueva York en paro que aceptan un trabajo eventural en el que deberán disfrazarse de pájaros gigantes con fines publicitarios. Pero la mala suerte hace que una pareja de atracadores de banco utilice el mismo disfraz, motivo por el que la policía confundirá a los inocentes amigos con los delincuentes. Pero las dificultades no han hecho más que empezar... la vida en la prisión será la segunda parte de esta accidentada comedia. (FILMAFFINITY)
FA 5082

Steve McQueen - Hunger (2008)


Hunger describe la vida en la Maze Prison, una cárcel de máxima seguridad de Irlanda del norte, a través de los emotivos acontecimientos que tuvieron lugar en 1981 con motivo de la huelga de hambre del IRA, liderada por Bobby Sands. Desde un punto de vista épico, la película narra lo que ocurre cuando se obliga al cuerpo y a la mente a actuar por encima del límite. Aclamada ópera prima del director y guionista Steve McQueen. Premio Cámara de Oro de Un Certain Regard en Cannes. 
FA 5081

Eric Rohmer - Une étudiante d'aujourd'hui (1966)


El narrador comenta que, durante el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, sólo 21.000 mujeres asistían a la universidad y, de hecho, sólo suponían el 30% del cuerpo estudiantil. En el año escolar 1964-1965 se había llegado a 120.000 universitarias. Esta nueva oleada de mujeres, en lugar de optar por vivir de acuerdo a lo que hasta entonces se esperaba de ellas, se incorporaban ahora a la fuerza de trabajo, cambiaban los delantales por las chaquetas de laboratorio y se convertían en profesionales, incluso después de casarse.
FA 5078

Pen-Ek Ratanaruang - Invisible Waves (2006)


Olas Invisibles
Un hombre envenena a su mujer y empujado por "olas invisibles" va huyendo de un lado a otro. Sus demonios internos y su sentimiento de culpabilidad le llevarán a dudar de cualquier persona. (FILMAFFINITY)
2006: Festival de Berlín: Sección oficial de largometrajes


Pen-Ek Ratanaruang es uno de esos directores orientales de prestigio mundial, e "Invisible Waves" pertenece a esa oleada de films asiáticos que asombran en occidente por su belleza estética y su extravagante historia. Ratanaruang me asombró con su debut "Seis nueve", vi algo de Tarantino en él. Con "Vidas truncadas", no sólo me asombré, su segundo film es una hermosa y trágica historia de obligado visionado. Sin duda su mejor film.

"Invisible Waves" nos cuenta la historia de Kyoji Hamamura (Tadanobu Asano), un hombre que envenena a su novia y huye a Tailandia donde tendrá que comenzar de cero. No es hasta los tres cuartos del film, cuando la película comienza a cobrar sentido. Hasta este momento, tanto el protagonista de la cinta como el espectador, están descolocados. Cuando Ratanaruang nos da todos los datos la historia se completa, y esa sensación de que algo falta, que acompañaba hasta ese momento desaparece.



Christopher Doyle, colabora por segunda vez con Ratanaruang como director de fotografía, y como en todos sus trabajos, el resultado es sobresalienta. Tal vez Doyle sea el mejor director de fotografía en la actualidad. Ratanaruang es un gran director y se rodea de grandes profesionales, como su actor principal Asano o el mismo Doyle. Personalmente prefiero "Vidas Truncadas" pero "Invisible Waves" no me ha decepcionado.
(Sersolo, FilmAffinity)
FA 5080

viernes, 28 de septiembre de 2012

Masahiro Shinoda - Shokei no shima (1966)


La isla del castigo
Un hombre joven regresa a la isla en la que fue castigado cuando era niño. Fue enviado allí para que no revelase la identidad del policía militar que asesinó a su familia. Durante 20 años ha planeado la venganza contra el sádico guardián que torturaba a los castigados en la isla. Una vez allí, conoce a la hija del guardián, que le asegura que su padre ha cambiado por completo. (FILMAFFINITY)

FA 5079

Eric Rohmer - La collectionneuse (1967)


La coleccionista
Adrien y Jenny forman una pareja estable, pero han decidido pasar el verano separados. Adrien, propietario de una galería de arte, quiere estar un mes tranquilo sin hacer absolutamente nada. Sin embargo al llegar a la casa de campo de un amigo se encuentra con Daniel, pintor conceptual, y a la joven Haydée, una guapa chica con mucho éxito entre los hombres. Ante la actitud aparentemente indiferente de Adrien, Haydée parece aceptar los propósitos de serenidad y descanso declarados por los dos hombres. Poco a poco, sin embargo, Adrien acaricia en su imaginación la idea de que Haydée pretende seducirle, añadiéndolo a su "colección". (FILMAFFINITY)

1967: Festival de Berlín: Oso de Plata - Premio Extraordinario del Jurado


Cuarto de los 6 cuentos morales de Eric Rohmer, escrito y dirigido por él. Se rodó el verano de 1966 en Saint Tropez y alrededores (Francia). Ganó el Premio Especial del Jurado de Berlín. Se estrenó el 2-III-1967 (Francia).

La acción principal tiene lugar en julio/agosto de 1966 en la costa francesa de Saint Tropez, a lo largo de unas semanas. Narra la historia de Adrien (Patrick Bauchau), de unos 30 años, vendedor de arte, estresado tras 10 años de trabajo intenso e ininterrumpido para abrise camino, que desea tomarse un descanso. Su pareja sentimental, Jenny, fotógrafa, decide ir a Londres, donde tiene unos amigos, mientras él acepta la invitación de Rudolf de pasar unas semanas en una villa rural cercana al mar, donde se encontrará con Daniel (Daniel Pommereulle), pintor conceptual. Coincide también con Haydée (Haydée Politoff), una muchacha de unos 20 años, muy atractiva, a la que el uso de anovulatorios le permite mantener relaciones sexuales con libertad y ausencia de riesgos desconocidos hasta entonces.

La película centra la atención en la búsqueda ansiosa de descanso, indolencia, soledad, ausencia de pensamientos, deseos de mirar sin curiosidad y ver sin prestar atención a nada, en un estado de pasividad y de no hacer nada. Sale de casa poco después del alba, cuando regresa Haydée. A penas se ven, pero él se siente fuertemente atraído por ella. Su perturbación se ve incrementada cuando Daniel le ruega que la tome como amante en su lugar. Sin darse cuenta, se siente poseído por extrañas obsesiones que levantan en su ánimo sentimientos contradictorios de deseo y angustia, seducción y temor. Ni él ni Daniel entienden a Haydée, a la que importunan con sus viejos prejuicios machistas, que les impiden concebir la posibilidad de que a una mujer les guste el sexo tanto como a un hombre, lo practique con la misma despreocupación que un varón y no lo asocie necesariamente al amor, del mismo modo que los muchachos de su edad. La obra está narrada desde el punto de vista de Adrien, experto en arte, que usa referencias cultas (Rousseau, Don Quijote, romanticismo alemán, etc.). Es memorable la secuencia en la que Adrien siente pánico ante la posibilidad de ser víctima de una mujer posiblemente alterada emocionalmente por la versión femenina del síndorme de don Juan.

La música reproduce composiciones del momento y melodías tibetanas, exóticas y amables, muy adecuadas. La banda sonora es rica en trinos, cacareos y cantos de cigarra. La fotografía, del gran Néstor Almendros, ofrece una magistral descripción de Haydée en la playa, usa dobles y triples reflejos en espejos y presenta primeros y primerísimos planos de soberbia ejecución. El guión destila sutileza, poesía y fascinación. Los actores improvisan los diálogos a partir de unas ideas de base. La dirección habla de algunos de sus temas favoritos, como amor, fidelidad, belleza, pasión, deseo y obsesiones. No hay una moral sexual masculina y otra femenina. (Miquel, FilmAffinity)
FA 5078

Masahiro Shinoda - Utsukushisa to kanashimi to (1965)


Lo bello y lo triste
Tiempo atras, Ôki, que está entrando en la mediana edad, tuvo una aventura con Otoko, una chica de 16 años. Se quedó embarazada, pero el niño murió al nacer, y la relación se detuvo en ese instante. Tiempo después, Ôki se convirtió en un famoso escritor, debido a una novela sobre esta historia de amor. Otoko, por su parte, se hizo famosa como pintora. Pero nunca olvidó el doble trauma y se hizo lesbiana. Su estudiante favorita y amada es la bella Keiko. Veinticuatro años después de su historia de amor, Ôki viaja de Tokyo a Kyoto para encontrarse con Otoko. La reunión es educada, escondiendo las sombras emocionales. Keiko tiene un plan: seducir a Ôki, quedarse embarazada, tener el bebé y dárselo a Otoko. (FILMAFFINITY)
FA 5077

Roy Ward Baker - A Night to Remember (1958)


LA ÚLTIMA NOCHE DEL TITANIC

 El novelista Eric Ambler adaptó el libro del historiador Walter Lord que relata minuciosamente la primera y última travesía del Titanic, el lujoso barco de pasajeros, que se hundió en las frías aguas del Atlántico Norte en abril de 1912. 
FA 5076

D. W. Griffith - True Heart Susie (1919)


El verdadero corazón de Susie
Sussie está locamente enamorada de un joven de su pueblo, William Jenkins, y está dispuesta a conseguir su amor al precio que sea. Pero William desea escapar del pueblecito para ensanchar sus horizontes y debe realizar unos estudios que requieren una cantidad de dinero que él no posee. 

El “lirio de la pantalla” (1893-1993) retozó durante más de setenta años en el jardín inmemorial de las imágenes: fue y seguirá siendo el rostro de la inocencia -y del cine- que con menos publicidad y mayor encanto que otras divas de la época, desplegó un encanto único e irrepetible. A quince años de su muerte física y a ciento quince de su nacimiento, la fiel discípula de David W. Griffith, conserva perdurabilidad y desde su nombre resuenan ya los primeros y pioneros intentos de instalar la nueva imagen cinematográfica.
Ya en 1912 intervino en doce películas de apenas uno o dos rollos, asociada todavía a su otra gran pasión: el teatro. El cine era silente entonces y Gish aprendió el juego de la heroína trágica y con recursos que otras actrices muy pronto imitaron.
Miss Lillian Gish nació en Ohio, el 14 de octubre de 1893 y a los cinco años debutó en un melodrama teatral “In Convict Stripes”, antes de ser bautizada la “primera dama del cine silente”. En 1912 conoció en la Biograph a una jovencita llamada Gladys Smith, rebautizada Mary Pickford, quien le presentó a su guía indiscutido: D.W. Griffith. Inmediatamente tuvo una pequeña participación en Un enemigo invisible (1912). Sería ocioso citar las decenas de filmes breves que Lillian rodó con su promotor: basta recordar El nacimiento de una nación (1915), Judith de Bethulia (1914), Hogar, dulce hogar (1914), Las hermanitas (1914), El nacimiento de una nación(1915), Intolerancia (1916), El gran amor (1918), Lo más grande en la vida (1918), Lirios rotos(1919), Las dos huérfanas (1921), La hermana blanca (1923) y Rómula (1924).
En el año 1925 sucedieron dos hechos que desembocaron en una metódica guerra de los productores contra las estrellas. En principio, la industria del cine se vio ligada indisolublemente a Wall Street, con la ingerencia de la banca en asuntos propiamente cinematográficos. Este poder económico ni siquiera pensó en reducir salarios o en despedir estrellas. La solución consistió en una técnica más sutil, como señala Louis Brooks en su biografía “Lulú en Hollywood”, dejando en manos de un fracaso de taquilla el golpe de gracia.
La primera víctima fue Lillian Gish. Su martirio resultó muy oportuno para Hollywood: como símbolo de pureza radiante, eclipsaba a la nueva sex-star. Durante ese año también se consiguió abolir la censura en veinticuatro estados. En Nueva York, Will Hayes funda la Junta Nacional de Crítica, la cual “se oponía a la censura legal y estaba a favor de un método constructivo de selección de las mejores películas”, y había aprobado tres como producto de realismo sexual en la pantalla: Una mujer de París (1923), Avaricia (1924) y Cazadores de almas (1925).
En un par de años, las grandes estrellas perdieron el apoyo incondicional que acostumbraban brindarles los estudios. La oportuna coincidencia del cine sonoro justificó, con razones más aparentes que reales, la desaparición de muchas de las favoritas. En el año 1924 de produce la gran última referencia a la Gish, por Rómula (1924) “una de las producciones cinematográficas más altamente prometedora de la temporada” (“Photoplay”, octubre de 1924).
En 1926 existe una crítica feroz a su persona. En “Photoplay” (junio de 1926) aparece un comentario demoledor sobre el filme La mujer marcada (1926,
Víctor Sjostrom), “Lillian Gish sobrelleva la letra roja del pecado con su habitual dulzura virginal”. Etiquetada a los treinta y un años como una pieza de museo codiciosa, tonta y asexuada, la gran Lillian abandonó Hollywood casi definitivamente. Es que la actriz de Griffith fue atacada por un cine sonoro incipiente y demoledor: en ese momento los espectadores se inclinaron por filmes con voces, canciones y ruidos.
La actriz viajó a Nueva York y abrazó su viejo amor: el teatro. Y la TV en los años 50, 60 y 70. Con apariciones esporádicas en cine: Vivir dos vidas (1933), The Top Man (1943), La vida en sus manos, Duelo al sol (1946), El retrato de Jennie (1948), La noche del cazador (1955), Los que no perdonan (1960), se le concede en 1970 un Oscar honorífico y mantiene alta la imagen de Griffith como pionero a través de una heroica dedicación didáctica: es que la Gish nunca pudo abandonar del todo la cinematografía; formaba su quintaesencia. A cien años de su nacimiento y a diez de su muerte corporal, Lillian Gish sigue siendo, como en el filme Intolerancia (1916) la “madre que mece la cuna eterna” de imágenes también memorables y eternas.
Lillian Gish desarrolló posteriormente una carrera bastante prolífica en participaciones secundarias y terciarias en el cine. Era la actriz fetiche de D.W. Griffith, enorme realizador de principios del siglo XX que creó un nuevo estilo majestuoso de cine; Intolerancia y El nacimiento de una naciónson sus obras cumbres y son consideradas patrimonio nacional en EE.UU, aunque en su momento fueran fracasos de taquilla. Will Hayes, a quien se referencia en la nota, estableció el código Hayes, una norma de censura que estipulaba películas políticamente correctas y acotaba temas sexuales y políticos mostrados en el cine. Este código rigió hasta mediados de los años 60. (Claqueta)

"La tendencia a filmar acciones, historias, empezó con el desarrollo de las técnicas propias del cinematógrafo y sabemos que el primer gran momento de este desarrollo tuvo lugar cuando D. W. Griffith sacó la cámara del lugar en que la colocaban sus predecesores, en algún punto del arco del proscenio, para acercarla lo máximo posible para los actores. El segundo gran momento tuvo lugar cuando Griffith, prosiguiendo y perfeccionando los intentos del inglés G.A. Smith y el americano Edwin S. Porter, empezó a ensamblar los diversos fragmentos de película, los planos, para convertirlos en secuencias. Era el descubrimiento del ritmo cinematográfico por la utilización del montaje." Alfred Hitchcock



FA 5075

Masahiro Shinoda - Yari no gonza (1986)


Gonza el lancero
La película se centra en la trágica historia de Gonza, un guapo mujeriego que vive en el período de Tokagawa, momento histórico en el que las apariencias son muy importantes. Gonza compite con Bannojo por el honor de realizar la ceremonia del té con motivo de la celebración del nacimiento del heredero del jefe de su clan. (FILMAFFINITY)
FA 5074

Oldrich Lipsk - Happy end (1966)


Un hombre se casa con una mujer, y ésta le es infiel. El hombre, por venganza, la asesina, siendo condenado a muerte... Aclamada película checa por su innovador sistema narrativo: todo el film está rodado al revés, comenzando por final y terminando con el principio, e incluso los diálogos están pronunciados a la inversa. (FILMAFFINITY)
FA 5073

Vulo Radev - Kradetzat na praskovi (1964)


La I Guerra Mundial da sus últimos coletazos. Un grupo de prisioneros de guerra llega a la ciudad, entre ellos el serbio Ivo Obrenovich. Durante una de sus escapadas del campo, Ivo se cuela en un huerto privado y es pillado in fraganti robando peras por la esposa de un Coronel, Lisa. Ivo se queda prendado de ella por su bondad y porque ella también parece sufrir cual prisionero, por su marido al cual no ama.
FA 5072

Jerry Schatzberg - Scarecrow (1973)


Espantapájaros

Int: Al Pacino, Gene Hackman, Dorothy Tristan, Ann Wedgeworth, Richard Lynch, Eileen Brennan

Max, un presidiario recién salido de la cárcel, maduro, camorrista y pendenciero, encuentra en la carretera, mientras hace autostop, a Lionel, un vagabundo sin destino, mucho más joven que él y de una gran ingenuidad y candidez, al que ofrece la posibilidad de unirse a él como socio en el negocio de lavado de automóviles que pretende montar en Pittsburgh, y con el que aspira a poner fin a su carrera de habitante perpetuo de todo tipo de prisiones. Lionel acepta y, a partir de ese momento, ambos inician un particular periplo viajando como autostopistas o colándose en los furgones de carga de los trenes. El dinero escasea y Max decide visitar a su hermana Coley. En su casa conocerá a una fresca y atractiva amiga de ésta, Frenchy, con la que compartirá una noche de amor. Tras una pelea que origina Max en un bar de carretera, ambos pasan una noche entre rejas. A la salida y previamente a su llegada al destino final, Lionel intenta contactar con su antigua novia, Annie, que vive en Detroit, y de la que huyó tras dejarla embarazada y abrumado por la responsabilidad, con la ilusión de conocer a un hijo del que no conoce nombre ni sexo. (FILMAFFINITY)

FA 5071

Mathieu Kassovitz - La haine (1995)


El odio

Tras una noche de disturbios en un barrio marginal de las afueras de París, tres amigos adolescentes, Vinz, Saïd y Hubert (un judío, un árabe inmigrante y un boxeador amateur negro, respectivamente), son testigos de un hecho, en el que su amigo Abdel resulta herido por la policía. El deambular por la ciudad, la violencia entre bandas y los conflictos con la policía son las constantes en las 24 horas siguientes de la vida de estos jóvenes. (FILMAFFINITY)
FA 5068

Kjell Grede - Harry Munter (1969)


Harry es un joven inventor de 20 años. Debido a sus capacidades le ofrecen irse a Estados Unidos donde podrá desarrollar su genialidad y ganar mucho dinero, pero Harry tambien es un joven sensible y no se siente capaz de abandonar a varias personas que necesitan de él...

Recién salido del horno les traemos el proyecto número 37 de este largo ciclo, esta vez le toca a Suecia, a Kjell Grede, a Harry Munter.

Harry Munter, (en sueco Munter significa feliz, alegre) es una película dirigida por Kjell Grede en 1969. A pesar de haber sido nominada a la Palma de Oro en el festival de Cannes de 1970, y cosechar cierto éxito a nivel de festivales, la película pasó irremisiblemente a segundo plano, corriendo una suerte muy diferente a la conocida Hugo y Josefina, del mismo autor.
Harry Munter no es una película fácil de ver, constituye un jercicio de cine poético con todo lo que ello conlleva, simbolismos dificiles de captar. metáforas, un ritmo lento, cierto cripticismo, un desarrollo narrativo no del todo lógico, etc. Dicho esto, no es de sorprender que la pelicula no haya tenido una gran difusión y hasta el día de hoy sea incomprendida y mal evaluada por el grueso del público, pero personalmente estimo que Harry Munter es una gran pelicula, con muchos valores cinematográficos y con un personaje central inolvidable.



El joven Harry es un inventor, un genio, tiene tanto futuro que una universidad lo quiere reclutar para llevarlo a Estados Unidos y que desarrolle allá sus capacidades, pero Harry a su vez tiene un corazón enorme, y es capaz de sacrificar todo su porvenir como inventor por cuidar a las personas que lo necesitan, una anciana que el baña, un ex-futbolista desahuciado, una mujer con aparente desequilibrio mental, etc. Aquí surge el principal conflicto del filme, y este es, la elección entre el amor por el prójimo, por las personas o la búsqueda del éxito material en la vida, una lucha entre el corazón y la cabeza, en una vida entregada a los demás por una parte o una vida seguida según el American Way of Life, por otra. Harry tiene claro donde radica su felicidad, y deberá soportar las presiones del entorno, su familia, el reclutador norteamericano para que él decida irse a trabajar de inventor. El enigmático Harry, (interpretado perfectamente por Jan Nielsen) se opondrá con todas sus fuerzas para poder seguir cuidando de quienes lo necesitan, y es que en el fondo Haary es una representación de Cristo, esto queda claro cuando camina sobre las aguas con unos zancos. A su vez el director nos lo referencia cinéfilamente con respecto a Buster Keaton, por el sombrero y la escasa expresión del rostro, y con Pierrot el loco, cuando en los primeros minutos aparece con la cara pintada de azul.

El filme, como toda obra cinematográfico-poética tiene escenas hermosas y simbólicas, a destacar hacia el inicio cuando luego del incidente del tren Harry besa a su amiga, o el sueño de Harry hacia el final de la película donde se representa una especie de paraíso personal o al menos una situación paradisiaca. A destacar para finalizar el delicioso uso de música clásica en algunas escenas, pero sobre todo el maravilloso uso del silencio en otras.



FA 5070

Jim Jarmusch - Dead man (1995)


 MATASTE AL HOMBRE QUE TE MATÓ ?
Johnny Deep, ese actor de alma torturada y mirada profunda, protagoniza una película repleta de alegorías y de filosofía sobre la muerte que Jim Jarmusch dirige magistralmente. En ocasiones estremecedor, a ratos esperpéntica, a veces profunda, pero siempre poética, la muerte es la gran protagonista y la gran filósofa de esta obra. Muy recomendable si se quiere ver una buena película, nada recomendable si se pretende disfrutar de una típica de “indios y vaqueros”.
La historia podría parecer simple, un hombre llamado William Blake viaja desde Cleveland hacia la costa oeste de América en el tiempo en que indios y vaqueros se dedicaban a descerrajarse tiros y ensartarse en flechas mutuamente, pero cuando llega a su destino, el fin de la civilización, la ciudad de “Machine”, descubre que el trabajo para el que ha ido ya está ocupado y que está en un lugar hostil y sin ley. Cansado y derrotado, el hombre va a una taberna donde encuentra a una bella joven que le invita a pasar la noche. Ese resplandor de felicidad momentánea se ve empañado cuando a la mañana siguiente el ex novio de la chica aparece y le pega un tiro a ella, Blake mata al hombre, pero la bala que mata a su fugaz amor le atraviesa y se aloja junto al corazón de él. William Blake está muerto, aunque aún camina, el “metal del hombre blanco” recorta sus horas inexorablemente y no hay nada que pueda hacer para evitarlo.
El chico de Cleveland es ayudado por un indio, que responde al nombre de “Nadie” y que le ayuda en su último viaje mientras es perseguido por decenas de cazarrecompensas. “¿Mataste al hombre que te mató?”, le pregunta Nadie, pero Blake, consternado, le responde “No estoy muerto”. Sin embargo, lo está, aunque aún no haya dejado de respirar y de moverse y eso es algo de lo que se dará cuenta poco a poco.
La imagen en blanco y negro dota a la película de un aire nostálgico y centra la atención en los detalles y en los personajes más que en el paisaje. La ausencia de efectos especiales muestran la muerte y la violencia en crudo, sin aspavientos ni grandilocuencias. El ritmo, casi demasiado lento, da respiros para reflexionar sobre los sentimientos de los personajes, lo que les impulsa a actuar, sobre el significado de lo que se está viendo. La música y a veces la ausencia de ella, envuelve la escena y le da la solemnidad o la fuerza que necesita. La combinación de estos elementos hacen de “Dead man” una película para la reflexión.
FA 1543

Jim Jarmusch - Night on Earth (1991)


Una Noche en la Tierra

Interpretes: Winona Ryder, Giancarlo Esposito, Gena Rowlands, Armin Mueller-Stahl, Rosie Pérez, Roberto Benigni, Béatrice Dalle y Matti Pellonpaa

Película dividida en historias independientes a través de las cuales Jim Jarmusch presenta el panorama nocturno de cinco grandes ciudades (Los Angeles, Nueva York, París, Roma y Helsinki), con un taxi, y lo que en él ocurre desde el anochecer hasta el amanecer de un mismo día, y obviamente con diferentes personajes, como hilo conductor. Si alguien quiere saber quien es Jim Jarmush... debe montarse en estos cinco taxis que definen y diseccionan a la perfección su peculiar mundo. Un mundo nocturno, de solitarios y perdedores, de diálogos y silencios, de comedia absurda y soledad urbana. “Una Noche en la Tierra”, es para mí, una joya diferente a todo. Un ejemplo de cine independiente americano. Los Ángeles, sorprende. Nueva York, es pura ternura. Paris, un retrato irónico. Roma, es el gran divertimento y Helsinki la nota fría que adorna el filme. También es una de esas películas en las que los personajes rebasan por completo la narración y aunque alguna de las historias no raya muy alto argumentalmente, los actores y los diálogos se comen la pantalla.

Siempre he apreciado mucho en literatura el relato corto, porque requiere de su escritor condensar en muy pocas líneas la historia que quiere contar, y admiro a quien posee esa maestría. Lo mismo me ocurre cuando en cine me lo cuentan en un corto, y me lo cuentan bien. “Una Noche en la Tierra”, dirigida por Jim Jarmusch, y rodada en 1991, es eso, una sucesión de cinco cortos bien contados. Jarmusch, que es uno de los abanderados del casi extinto cine independiente Estadounidense, y del que hemos podido ver películas anteriores a este filme, como “Vacaciones Permanentes” (1980), “Extraños en el Paraíso” (1984), “Bajo el Peso de la Ley” (1986) o “Mystery Train” (1989) guioniza y dirige este compendio de historias que se desarrollan en la noche de cinco importantes ciudades del mundo, que son los marcos elegidos para desgranar esas historias que aparte de la noche, tienen el nexo común de estar narradas en el interior de un taxi y en el periodo de lo que dura una “carrera”. Todos los que ocasionalmente o habitualmente tenemos que hacer uso del servicio del taxi, sabemos el juego que puede dar una de esas carreras. Sobre todo si nuestra ciudad es grande, y el trayecto a recorrer, largo. Y si nosotros como usuarios lo sabemos, porque podemos recordar anécdotas que nos han ocurrido con el taxista que nos ha recogido, imaginamos las que puede contar cada uno de ellos de sus clientes.



Estas anécdotas son las que maneja Jarmusch en sus cinco cortos, utilizando los “tópicos” de cada país y ciudad en los que se desarrollan, pero que son identificables en cualquier lugar del mundo. La primera historia comienza al atardecer, (las 7:05 de la tarde) en Los Ángeles, y la protagonizan una taxista casi adolescente, pasota, que masca chicle sin descanso y fuma compulsivamente (Winona Ryder), y su pasajera, (Gena Rowlands) una ejecutiva cazatalentos de Hollywood, que recoge en el aeropuerto y que le pide que la lleve a Beverly Hills. Al interés que por sí mismo despierta el argumento hasta su desenlace, se une el poder ver ahora, pasados los años, la interpretación de una Winona de veinte añitos, quizás un poco sobreactuada, pero que intenta cumplir su cometido lo mejor posible. Y a una Gena Rowlands que demuestra una vez más, y en un breve espacio de tiempo, porque fue la musa de su marido, John Cassavetes, unos de los iconos del cine independiente de los años 70s y 80s. La segunda nos sitúa en Nueva York. Son las 10:05 de la noche. Un hombre de color (Giancarlo Espósito) intenta parar un taxi, sin éxito, para que lo lleve a su barrio, Brooklyn. Finalmente lo consigue, pero el taxista que lo conduce (Armin Mueller-Stahl) apenas sabe conducir, desconoce las calles y no domina bien el inglés. Es un emigrante Checoslovaco recién llegado a la ciudad, en su primer día de trabajo, y que actuaba como payaso en su país. A mitad de la carrera se une un tercer personaje, la cuñada del pasajero (Rosie Pérez).

La tercera comienza en París, a las 4:00 de la madrugada, en el interior de un taxi conducido por un emigrante de Costa de Marfil (Isaach De Bankole), que trabaja doce horas al volante, y que está soportando en ese momento los “racistas” comentarios de dos ejecutivos, también negros, que lleva como pasajeros. Posteriormente recoge a una joven invidente (Béatrice Dalle) con la que establecerá un inusual contacto verbal. Roma, también a las 4:00 de la madrugada es el escenario de la cuarta historia, y un parlanchín taxista (Roberto Benigni ¡como no!) conduciendo con gafas de sol, y que echa pestes de la escasez de farolas para iluminar la ciudad, el protagonista, junto a su cliente, un cura que recoge en una placita. La confesión del taxista, que se ve obligado a escuchar el sacerdote, aún en contra de su voluntad, es el jocoso argumento. Benigni está en su papel como pez en el agua. Helsinki y sus solitarias y nevadas calles a las 5:00 de la madrugada (casi ya amaneciendo), ponen el broche final con la quinta historia. Un taxista recibe una llamada desde la central para recoger a tres clientes en una calle cercana. Los tres, en evidente estado de embriaguez, y uno de ellos totalmente borracho. El taxista es un hombre serio y taciturno, lo que choca con el estado de sus clientes, en los que adivinamos enseguida, debajo de esa capa de alcohol que les envuelve, a trabajadores rudos, curtidos por la vida, y un tanto resentidos hacia ella. Dos de ellos le contarán la triste historia del tercero.



La relación superficial y fugaz que se establece entre taxista y pasajeros rompe las barreras sociales, crea breves intimidades e incentiva la conversación entre personas diferentes y desconocidas. El autor muestra su preferencia por los personajes marginales, algo excéntricos, inusuales, contradictorios, desubicados y por los que sufren y se rebelan. Las conversaciones son humorísticas, ingeniosas, realistas, emotivas y, a veces, dolorosas y tristes. El director busca lo absurdo, lo trágico y lo conmovedor de la cotidianeidad para aunar seriedad y rigor con humor e ironía (las muecas y gesticulaciones de Benigni, las ráfagas de palabras malsonantes de Rosie Perez, las preguntas a chorro sobre la vista y el sexo dirigidas a una ciega, etc.). Las historias no aportan conclusiones: son giros de la vida abiertos a múltiples interpretaciones. Con estos recursos, el autor construye una narración de gran fuerza estética. Los personajes están bien definidos. Las interpretaciones corren a cargo de profesionales reconocidos, que aportan interpretaciones convincentes. La música combina guitarra, violoncelo, trompas, acordeón, percusión y teclados. La película se beneficia de un sentido visual magnífico, basado en tomas largas. Obra producida, escrita y dirigida por Jarmusch. Expone varias versiones de una misma fábula, llena de humanidad, sinceridad, ingenio e inteligencia. El vals pausado que Waits canta, con su voz áspera y ronca, sobre los créditos finales es un delicioso colofón de lujo.



Ciento veintiocho minutos han sido suficientes para que Jarmusch nos haya desplegado dentro de esos taxis, un abanico representativo de la especie humana. Intimidades a veces inocentes, otras malsanas, que salen al exterior amparadas por la noche. Los diálogos sorprenden por su frescura. El director logra con ellos, adentrarnos en un retazo de la vida de cada uno de sus protagonistas. Las conversaciones que escuchamos son realistas, dotadas de grandes dosis de humor, o ingeniosas, y a veces también muy tristes. Cada personaje seguirá con su vida cuando la carrera acabe. Como casi es obligado decantarte por una historia cuando una película cuenta con más de una, me quedaría con la de París. Con ese lado oscuro del taxista quemado, que el quizás desconocía, y que le obliga a hacer preguntas inapropiadas. Una gozada recorrer las nocturnas calles de esas cinco ciudades, con travellings sorprendentes y una notable fotografía, escuchar esos cinco idiomas que se hablan en la película, ver unas actuaciones en su mayoría convincentes, y disfrutar de la áspera voz de Tom Waits (atención al tema que se puede escuchar al final, durante los títulos de crédito; es una maravilla).
“Una fascinante radiografía a la humanidad”
FA 1528

Jim Jarmusch - Broken Flowers (2005)


¿Es Don Johnston, el personaje de Bill Murray en Flores Rotas, alguien que está, o ha sido, desconectado de sus emociones -como si fuera un aparato-, anestesiado con una mezcla curiosa de ironía, indiferencia y perplejidad, o, es tal vez alguien ubicado (o más bien, desubicado), en parte, más allá de su propia voluntad, en un lugar muy especial que, para expresarlo de alguna manera, se encuentra "más allá de todo"?

Ya los hermanos Coen intentaron hace unos años, y con éxito, hacer algo semejante en "El hombre que nunca estuvo" (que para mí es sin duda lo mejor que han hecho), protagonizada por Billy Bob Thornton, sólo que donde los Coen llegan a mostrar un ser verdaderamente trágico, a fuerza de un cruel, penetrante humor negro y una piedad un tanto remota, y con un personaje principal aún más ajeno, patético y hermético que el interpretado por Bill Murray, en el caso de Flores Rotas, Jarmusch resulta haciendo bizarro equilibrio entre una especie de "comedia existencialista de carretera" (término curioso, hay que reconocerlo) y algo que oscila entre la nostalgia, la pérdida de un no sé qué innominado y a la vez evidente, y la más pura melancolía.
Flores Rotas no es, si mi percepción es correcta, lo suficientemente cómica para calificar dentro del género o etiqueta de "comedia" ni consigue tampoco tener los suficientes elementos dramáticos o la "intensidad" requerida para que uno pueda considerarla con exactitud un "drama." Entonces, ¿qué será? Para empezar, si una cosa me parece segura es que en este caso, los términos comedia o drama entendidos como categorías cerradas, se rechazan entre sí de común acuerdo. No funcionan.



Ocurre que Jarmusch ha hecho una película de Jarmusch, aunque, hay que decirlo todo, este no es el Jarmusch más Jarmusch entre todos los Jarmusch posibles. Al contrario, se trata acaso de su película más convencional hasta la fecha, y aún así, por supuesto, sigue siendo una obra poco convencional. Jarmusch no cree demasiado en la importancia relevante de los plots. Los suyos, si los hay, son tan abiertos que terminan siendo tragados por esa "otra cosa" que persigue. Difícil de definir, se trata de un sentimiento que planea bajo la capa vistosa de los acontecimientos y bajo la acción vertiginosa o trepidante. Tiene que ver antes que con una construcción dramática, con la conexión (o reconexión) con un sentido siempre elusivo o ambiguo de lo real, usando como estrategia, no temer dejar que el tiempo transcurra, bucear o dejarse llevar por el movimiento de lo aparentemente estático. Un cine que dependa de lo inabarcable, no un apéndice, aunque sabio, de Aristóteles, el marketing o la relojería.
Tirado en su sofá, Don Johnston (no Don Johnson), más que hacernos suponer que alberga en su rico interior profundos pensamientos, parece convertirse o sumirse delante de nuestros ojos en la categoría (sólo temporalmente salvadora) de un mero objeto. A lo largo del metraje, su rostro nos resultará más sugerente que los deseperados visajes de tantos otros. Y, si me pongo decididamente del lado de la diversión encuentro que la interpretación de Bill Murray en Flores Rotas, y no la de Phillip Seymour Hoffman en "Capote" es la que hubiera merecido el Oscar (claro que los señores del Oscar probablemente no han nacido con la configuración genética apropiada para ese grado de sutileza). Y no creo desmerecer en nada la admirable composición del actor que ya brilló en Magnolia, de Paul Thomas Anderson.

Flores Rotas trata del viaje a ninguna parte, o hacia el único lugar al que uno puede ir, hacia uno mismo; por eso la vuelta en círculo que es la película aún pareciendo tan inútil ha sido necesaria: el viaje al hijo perdido, al tiempo perdido, a la(s) mujer(es) perdida(s), a la vida perdida y que tal vez pueda recuperarse. Sino baste recordar el movimiento final en círculo de la cámara, en torno al protagonista, para dejar en claro esta idea o posibilidad.




Comparar "El hombre que nunca estuvo" con Flores Rotas no es en lo absoluto un capricho personal. Ambas películas recogen algo de la estirpe de ese genio llamado Buster Keaton, así como mucho de lo que amamos en Woody Allen es inexplicable sin las películas de esos otros genios de la comedia, los Hermanos Marx. Allen o Jarmusch: un puente hacia ellos. Porque siempre será bueno recordar a los más grandes.


Mario Castro Cobos

FA 167

Jim Jarmusch - Coffee and Cigarettes (1993)


"Tan sólo me queda la efímera voluptuosidad de un nuevo cigarrillo. Estos poseen, al menos, el encanto de dejarlo a uno insatisfecho" - Oscar Wilde en El Crítico Artista

"Coffee and Cigarettes": Introspectiva de lo anodino



Me inicio cual colegiala en celo al cine del estimado Jim Jarmusch con este experimento cinematográfico titulado, "Coffee and Cigarettes". En el año 1993 un corto de Jim Jarmusch titulado "Coffee and Cigarettes" recibió la Palma de Oro del Festival de Cannes al mejor cortometraje. Once años depués Jarmusch recupera el espíritu y estética de aquel genial corto para rodar "Coffee and Cigarettes", una serie enlazada también de cortometrajes que componen un largometraje. Cada secuencia muestra a diversos personajes sentados alrededor de una mesa, tomando café, fumando cigarrillos y discutiendo diversos temas como la correcta preparación del té inglés, las teorías sobre la conspiración contra Elvis Presley, Abbot & Costello, la ficticia banda de rock SQÜRL, París en los años veinte o el uso de la nicotina como insecticida, entre otros temas. El guión de los cortometrajes o fragmentos como queráis llamarlos, los firma el propio Jarmusch, quizás todos ellos redunden en un tema bastante interesante, o por lo menos así lo veo yo; la incapacidad del ser humano por llenarse espiritualmente con la soledad de un café y unos cigarrillos, la necesidad inútil de llenar los sentimientos con palabras vacías o también dar cierta frialdad y pasividad moral sin ellas, de los fragmentos que más me impresionaron, destaco el de la chica leyendo la revista e "incordiada" por el camarero (mi preferido), un corto sin apenas palabras que lo dice todo, es ahi donde Jarmusch consigue mucho con muy poco...algunos cortos redundan quizás con el uso de mucha terminología reminiscente o más bien repetida, funcionando alguno más que otros en el juego de ajedrez que ve y expone el propio director (ese tablero que está presente de alguna manera en el atrezzo de las mesas de algunos cortos, como si fuera un simbolísmo de la estrategia emocional).



Lo anodino de las situaciones hacen que el visionado sea fresco y natural, todas las situaciones que el libreto nos ofrece son ni más ni menos que para perfilarnos a nosotros mismos como personalidades, cada uno sacará juicio de los fragmentos, y eso a priori es bastante interesante. Recalco alguna de las historias, muchas de ellas interpretadas por celebridades de la talla de Roberto Benigni, (quizás la suya sea la más absurda e inconexa de todas) Steve Buscemi, Cate Blanchett, (genial como siempre, haciendo dos personajes a la vez, mastodóntica) Bill Murray y Alfred Molina (autoparodia de sí mismos, y muy buena sobretodo la historia de Alfred Molina, que analiza la desconfianza, la supremacía y la incomunicación, de los mejores cortos del film), Iggy Pop, Tom Waits, Steven Wright, o la paranoica parte que interpretan Meg White y Jack White (Sí, los mismos, los White Stripes) que acorde con sus protagonistas, me ha parecido demasiado extravagante y hueca, pero ojo, ninguna historia carece del interés mínimo, cosa que aprecio. 



La película, los guiones de ella en sí, nos dan rienda suelta para explorar a los personajes, que son sencillamente pinceladas de muchas vidas que quizás conozcamos en nuestro entorno, las catalogamos en nuestra mente, Jarmusch lo sabe, y pone como método identificatorio el café y los cigarrillos, uniendo de alguna manera historias y espectadores por partes iguales. Una mezcla social interesante, una crítica mordaz hecho con una sutileza indescriptible (quizás la crítica más modesta y humilde que haya visto hacia la sociedad actual). Es curioso, la historieta de los dos ancianos del principio (la que cierra es otra, donde se usa la muerte y la vejez como metáfora, siendo reminiscente con esta que os comento) que juegan a auto-criticarse, donde el nieto de uno de ellos pone el punto de inflexión al no decir ni una palabra, hay comedia aquí, pero hay bastante mensaje en el que profundizar. Como digo, hay cortos para sacar buena tajada introspectiva (quizás hay más de ellos que sean muy buenos que malos, todo quede dicho) para un espectador no lineal, me explico: El guión expone con realidad, no utiliza la metáfora simplista, hay que escarbar en la ironía del subtexto, si sois cinéfilos de este tipo sabréis lo que digo cuando véis "Coffee and Cigarettes", no es un film escrito y mostrado al uso de todos, es por ello, que el film y lo que narra, pueda pasar por superfluo, vacío, duro, realista, seco, frío y banal como he leído en algunas reseñas, pero ahora bien, os digo: ¿Acaso no es así la vida? yo creo que sí, la magia reside en el fondo de los corazones de cada uno, y aquí, en esta película la hay, solo que hay que buscarla bien, casi con lupa señores.



En lo referente a la dirección, he de decir que Jim Jarmusch me ha dejado bastante helado. Por un lado me ha fascinado la fotografía, es excelente, y también los planos. Digo lo de helado, porque su técnica es muy directa, sencilla e incluso a veces intuitiva, pero todo está perfectamente narrado que hay que aplaudir la sencillez bien hecha y remarcada, casi siempre se usa el plano general, los contraplanos y unos pocos picados para mostrar siempre a los protagonistas, el café o los cigarrillos en sus estados anímicos, que corresponen a como sean los personajes de cada historia. Por lo tanto genial la dirección, destacaría como punto interesante las localizaciones, que enmarcan muy bien cada fragmento, es sumamente importante porque hace que recuerdes bien todas las partes del film, el carisma del lugar es otro trabajo sencillo pero rematado con elegancia por Jim Jarmusch, si señor. El film carece apenas de banda sonora, pero hay que destacar los temas de los créditos iniciales y finales.




En definitiva, "Coffee and Cigarettes" es un film CRUDO, con todas las letras, que te gustará muchísimo por esa sencillez y franqueza que respira (frescura lo llaman algunos, me incluyo) o si no sabes ir más allá dentro de un cine minimalista pues pasará por tu retina como un vago recuerdo que olvidarás a la mañana siguiente (si no te has dormido antes de terminarla claro). No obstante, un film interesante, en mi opinión, de un director que iré descubriendo ahora con más ahínco e interés.
FA 121

Jim Jarmusch - Mystery Train (1989)


"Elvis Presley, que estás en los cielos..."
Aparte de ser un icono musical, uno de los mitos universales del siglo XX ha sido, es, y será Elvis Aaron Presley, más conocido por Elvis Presley (o Elvis a secas), considerado como el Rey del Rock and Roll y admirado por alocadas fans, e imitado, antes y después de su muerte, por incontables devotos. En 1989, Jim Jarmusch, el director de cine independiente por antonomasia de las dos últimas décadas, escribió y dirigió Mystery Train, una película de vidas cruzadas dividida en tres historias paralelas que ocurren en Memphis (Tennessee, Estados Unidos), en la que la figura de Elvis es omnipresente. Jarmusch deja su imprenta con un ritmo bastante pausado y unos personajes difíciles de catalogar, cuyas situaciones y diálogos tienen un punto de humor que es lo más destacable de la película.



En el primer relato, titulado "Lejos de Yokohama", los protagonistas son dos japoneses, Jun (Masatoshi Nagase) y Mitzuko (Youki Kudoh), que llegan en tren a Memphis para ver el Estudio Sun, de donde surgieron músicos como Carl Perkins, Jerry Lee Lewis, Roy Orbison o el mismo Elvis Presley, y también para ir de visita a Graceland, la casa-mansión de El Rey. En el siguiente relato, titulado "Un fantasma", la protagonista es Luisa (Nicoletta Braschi), una italiana a la que se le ha muerto el marido y no puede partir para Roma debido a un contratiempo del avión en el que iba a viajar. Más tarde conocerá a una mujer llamada Dee Dee (Elizabeth Bracco) que no parará de hablar en todo momento. En el último relato, titulado "Perdidos en el espacio", los protagonistas son tres tipos: Johnny (Joe Strummer), al que llaman también Elvis, Will Robinson (Rick Aviles) y Charlie (Steve Buscemi), que después de un suceso, que marcará un antes y un después en sus vidas, acabarán totalmente borrachos. El punto de unión de las tres historias es un hotel de mala muerte al que van a parar todos los personajes por alguna causa que otra, regentado por un recepcionista (Screamin' Jay Hawkins, que fue cantante en la vida real) y un botones (Cinqué Lee), que son una pareja también bastante peculiar.

Con todo lo dicho, hay que decir que, en general, el ritmo lento del desarrollo de la película es idóneo para los relatos que se plantea Jarmusch, pero sí que en algunos momentos de las tres historias está a punto de hacerse pesado. Aunque a Jarmusch talento no le falta y siempre tiene un as guardado en la manga, como se puede ver claramente en la historia más floja, "Un fantasma", en la que Nicoletta Braschi, una mujer con la que Jarmusch ya había trabajado en Bajo el peso de la ley (1986), no brilla precisamente por su gran interpretación (y si no, vean La vida es bella, con su marido Roberto Begnini), pero a mi parecer Jarmusch sabe utilizar su inexpresividad para dar más personalidad a su personaje. Hay que resaltar el momento en que ella llama por teléfono a Roma desde el aeropuerto gritando en italiano, o cuando se le caen en la entrada del hotel todas las revistas que ha comprado después de que le incitara a ello el dueño de la librería. También, la última historia va mejorando mientras va avanzando la acción, sobre todo gracias a la gran interpretación de los tres protagonistas cuando están bastante borrachos, con un buen Joe Strummer, cantante y guitarrista de  la banda mítica The Clash, un buen acompañante Rick Aviles (más conocido por su papel en Ghost, de 1990) y un siempre eficaz Steve Buscemi.



Pero hay que hacer un punto y aparte en el relato crucial de la película, el de la pareja japonesa, cuyo papel es estelar. Son dos personajes para recordar; ambos son tal para cual, no están de acuerdo en casi nada. Además, él es un joven que está siempre serio y aunque ella le pregunta por qué siempre pone esa cara, él le contesta con una frase brillante: "Soy muy feliz, así es mi cara". De ahí, que ella intente hacerle reír en una escena muy cómica en la que le mira con tres diferentes caretos. Aunque la escena que sobresale por encima de todas es la que ella compara el rostro de Elvis con un Rey del Medio Oriente de la Antigüedad, con el mismo Buda, con la Estatua de la Libertad y con la misma Madonna.
En definitiva, Jarmusch consigue una película casi redonda, acompañada de una buena fotografía y una conveniente banda sonora, en la que tiene muy claro desde el primer minuto hasta el último, sin utilizar casi primeros planos y optando con bastantes planos generales en la primera historia.

"Una película llena de humor inteligente, con tres historias que hay que saborearlas paso a paso, de las que destaca la pareja japonesa de la primera, que están absolutamente brillantes"  

          


LA SOLEDAD URBANA: Extraños en el paraiso (1984), Bajo el peso de la ley (1986) y Mystery train (1989), de Jim Jarmusch
Me enferma la palabra ‘ independiente’. Cada vez que escucho adjetivos como ‘caprichoso’ o ‘arriesgado’ saco mi revólver. Esas palabras se han convertido en etiquetas que le colocan a los productos para poder venderlos. Todo aquel que hace la película que quiere hacer, y que no es definida por el análisis de mercado, es entonces ‘independiente’. Mis películas son hechas a mano. No son pulidas. Como si hubieran sido hechas en un garage. Son, de alguna manera, productos artesanales
Jim Jarmusch.

Romper con la forma estándar de inicio, nudo y desenlace y mostrar un estilo narrativo distinto es la seña de identidad de Jim Jarmusch. El cineasta estadounidense se ha convertido en uno de los más importantes representantes del verdadero cine independiente contemporáneo. Fiel a sí mismo y siempre reconocible se merece el adjetivo de autor, ya que detrás de cada una de sus obras se siente su presencia y su estilo sincero y auténtico.
En este trabajo hablaré de tres de sus obras que forman una especie de trilogía: Extraños en el paraiso (Stranger than paradise, 1984), Bajo el peso de la ley (Down by the law, 1986) y Mistery train que cerró el ciclo en 1989. Estos tres filmes hablan de uno de los temas predilectos del director: la soledad del hombre contemporáneo, el vacío existencial que sufre y la abrumadora vida sin sentido de las ciudades estadounidenses.
“Una comedia-negra semi-neorrealista”, así es como define Jarmusch a Extraños en el paraiso, su segundo largometraje. Este filme, con el que ganó La camera d’Or en el Festival de Cannes, cuenta las aventuras de dos amigos neoyorkinos y la prima húngara de uno de ellos que, al haber ganado dinero en un timo de cartas, deciden ir a recoger a su prima a Cleveland (Ohio) y, después de pasar unos días allí, aprovechan el dinero que les queda para ir a Florida junto a ella, por la que ambos se sienten fascinados. A través de sus vivencias en Nueva York, Ohio y Florida los espectadores indagan y observan la atmósfera decadente de las ciudades de Estados Unidos. Los protagonistas van de un lugar a otro en un viaje que es tanto búsqueda como huída. La puesta en escena marca el ritmo de la película: la película está dividida en tres cortos y cada uno de ellos se basa en planos secuencias con un principio y fin en fundido a negro. Esto aporta a Extraños en el paraíso un carácter discontinuo, en el que no se trata de mantener al espectador enganchado a la trama, sino de que se pregunte por lo que sienten los personajes y por sus actitudes. Hay dos elementos que destacan en casi todas las películas del director de Dead man (1995): la fotografía y la música. Extraños en el paraiso, rodada en un blanco y negro deslocalizador, crea imágenes más cercanas al arte de la fotografía que al propio cine. Esta desorientación que se crea a través del uso del color tiene su sentido narrativo: no importan donde vayan, para los personajes del filme todo parece lo mismo, ya sea en el gélido invierno de Cleveland o en las paradisíacas playas de Florida: su desarraigo y su inconsistente vida no se alivian por ir de un lugar a otro. En un momento de la película Eddie le dice a su amigo Willie: “vas de un sitio a otro y todo te parece lo mismo”. Esto es lo que quiere expresar el director de Ohio: no importa donde te encuentres, todo es idéntico si antes no te has encontrado a ti mismo.
Por otra parte, la música es esencial en el filme, tanto en el plano diegético (Eva, la prima de Willie, siempre va acompañada de su cassette con la misma canción) como en el extradiegético que muestra la pesadez y la inestabilidad del carácter de los personajes con una banda sonora interpretada por John Lurie, personaje principal tanto en esta película como en la comentaré posteriormente, Bajo el peso de la ley. Jarmusch es un amante de la música y, de hecho, perteneció a un grupo durante varios años que tuvo que abandonar para dedicarse en cuerpo y alma el cine. Sin embargo, ese rasgo melómano siempre está presente en sus películas, tanto en la creación de las bandas sonoras, compuestas por reconocidos músicos (especialmente deslumbrante la de Dead man compuesta por Neil Young) como en los efectos de sonidos, a los que presta una especial atención.
Dos años después de estrenar Extraños en el paraíso, realizó la segunda película de esta serie, Bajo el peso de la ley, donde continúa explorando la superficialidad de la existencia y la incapacidad de comunicación del individuo contemporáneo. En esta ocasión son tres personajes masculinos interpretados por John Lurie, Tom Waits y Roberto Benigni los protagonistas de la obra. Tres hombres que, por distintas situaciones, (más bien trampas que les han tendido) comparten celda en la cárcel de la prisión de Luisiana. Gracias a un plan del italiano Bob consiguen escapar de la cárcel… no obstante, no sabían que se enfrentaban a importantes problemas de supervivencia una vez fuera de la prisión, en los pantanosos y salvajes territorios por los que se mueven. Bajo el peso de la ley es la más cómica de las tres películas y consigue una maravillosa combinación entre lo lírico y lo poético, logrando así formar una fábula minimalista sobre la vida y las relaciones humanas entre los tres presos. Los tres hombres son claros ejemplos de personajes jarmuschianos, tres perdedores, que intentan de manera insistente no pensar en la realidad, evitar el presente pensando siempre en el futuro. Así la prostituta que duerme con Jack le espeta: “Siempre piensas en el mañana porque andas jodiendo el presente”.
Con esta película Jarmusch reinventa el género carcelario ya que lo que menos le importa son las peripecias o la vida que se lleva en una prisión… De hecho, la explicación del plan de huida la obvia con una elipsis… eso no es lo esencial, no es necesario saber la estrategia que les hace escapar, lo que le interesa al cineasta es mostrarnos lo que nunca vemos en las películas, es decir, los momentos y los diálogos que aparentemente no tienen transcendencia y que en los filmes que siguen las reglas generales del cine los esconden a través de las elipsis.
El filme, aunque no lo esté de manera formal, parece dividido en pequeños cortometrajes. Jim Jarmusch adora este tipo de estructura: pequeños fragmentos de realidad unidos. Ese carácter discontinuo que es muy palpable en Extraños en el paraiso lo vuelve a ser aquí. La realidad de fuera, los paisajes y la arquitectura, fria, temible, insociable… vuelve a ser otro de los puntos más importantes de la obra. Su visión existencial, en mi opinión, es en Bajo el peso de la ley aún más notable que en Extraños en el paraíso y Mistery train. De una manera muy alegórica el final nos da la conclusión final de Jarmusch: Jack y Zack, después de haberse despedido de Bob, siguen su camino buscando un lugar donde empezar una nueva vida. Al llegar a un cruce de caminos tienen que elegir entre la derecha y la izquierda. Ante esta situación, se quedan pensativos pero finalmente se separan. “Cada uno que siga un camino distinto” parece decirnos el director cuando los dos personajes separan definitivamente su trayectoria vital… porque al fin y al cabo son unos solitarios que, al mismo tiempo que intentar escapar de esa vida, no saben ni quieren vivir de otra manera.
En 1989 cierra la trilogía rodando Mistery Train, su película narrativamente más compleja y la más diferente respecto a las dos anteriores. Jarmusch prueba esta vez con el uso del color, reflejando de este modo el peculiar y extravagante argumento del filme: compuesto por tres historias independientes que ocurren simultánealmente en el mismo lugar, en el Arcade Hotel de Memphis. Sólo un detalle, que será descubierto a medida que pasan los minutos, les une: la presencia, de uno u otro modo, del rey del rock, Elvis Presley.
En la primera historia, titulada Lejos de Yokohama vemos a una pareja de jóvenes japoneses, Jun y Mizuko que llegan a Memphis a pasar unos días de vacaciones, especialmente atraídos por la figura del rey del rock que vivió y murió en su mansión Graceland de Memphis. Este corto, está formado, escena tras escena, por lo que se conoce “tiempos muertos”, es decir, tiempos sin transcendencia. Estos minutos son aprovechados por Jarmusch para mostrarnos la solitaria ciudad de Memphis: antes de que se hospeden en el hotel Arcade hacen un recorrido por la ciudad que destila melancolia y pasividad. La pareja japonesa pasa la noche en el hotel hablando sobre las diferencias y similitudes entre Memphis y Yokohama y comparando la figura y el mito de Elvis con otros grandes objetos o personas de leyenda: la estatua de la libertad, Madonna…
Un fantasma es el título del segundo corto de Mistery train. En él, como en todas las películas aquí comentadas, Jarmusch vuelve a la figura del extranjero, esta vez se trata de una joven italiana que espera un vuelo en Memphis para transportar el cadáver de su marido de vuelta a Roma. Después de volver a hacer un recorrido por las depresivas calles de Memphis y de dejarse engañar dos veces, se hospeda en el hotel Arcade. Allí comparte habitación con una chica de la ciudad que va a huir al día siguiente para intentar olvidar a su ex novio “Elvis” personaje delicuente que será protagonista en el siguiente corto. Durante la noche en el hotel, a Luisa, la mujer italiana, se le aparece el fantasma del verdadero Elvis. Simplemente se disculpa por haber aparecido en el lugar equivocado y vuelve a desaparecer. Luisa, después de está mística experiencia, queda inmersa en un estado de alucinación durante toda la noche. Al día siguiente, las dos mujeres se despiden y, justo antes de abandonar la habitación, al igual que la pareja asiática, escuchan un disparo de pistola.
Por último, el tercer corto titulado Perdidos en el espacio nos da la clave de unión entre los tres episodios independientes. Este capítulo comienza con el protagonista, Johnny y su amigo en un bar emborrachándose. Johnny está especialmente deprimido porque, además de perder su trabajo, también ha perdido a su novia (la compañera de habitación de Luisa en el corto anterior). Por culpa del alcohol y el mal genio se pone a “juguetear” en el bar con un pistola cargada. Su amigo llama a otros compañeros para que acudan a calmarle antes de que sea demasiado tarde. Cuando por fin lo consiguen sacar del bar, hacen una parada en una licoreria donde, casi de manera inconsciente, dispara al dueño en el pecho y le mata. Los tres amigos salen corriendo y huyen del lugar. No saben donde ir, pero finalmente van al hotel donde se concentran todos los personajes de Mistery train, al Arcade. El dueño del hotel es el cuñado de uno de ellos y les deja, sin hacerles preguntas, una habitación para que se refugien. Allí, tras pasar la noche totalmente alcoholizados, Johnny intenta sucidarse, el hermano de su ex novia (que es uno de los dos amigos que le acompañan) le intenta parar y se lleva accidentalmente el disparo en una pierna. A partir de este momento, huyen intentado buscar un hospital donde no les atrape la policia. En los últimos minutos de la película el coche en el que huyen los tres protagonistas de este último corto se cruza con el tren en el que la pareja de japoneses vuelven de las vacaciones y en el que va también Dee Dee, la ex novia de Johnny, en busca de otro entorno donde vivir.
En Mistery Train la figura de un mito tan potente como Elvis da significado de tres maneras distintas a las vidas de los personajes principales, totalmente independientes entre ellos. Jarmusch con su gusto por revisar su país, en esta cinta disfruta trantando el mítico sur de Estados Unidos ligado al blues y el rock. La figura del mayor mito musical de la historia del sur de Estados Unidos funciona en tres niveles diferentes. En el primero y más simple, como un chiste que sirve de conexión entre los tres cortometrajes durante todo el rodaje, especialmente en dos casos: la figura del rey en un cuadro en todas las habitaciones del hotel a la que, ni mucho menos, se ignora y la canción Blue Moon que en las tres historias escuchan los protagonistas.
Jarmusch también muestra como la cultura japonesa siente profunda admiración por los mitos, las fábulas y leyendas de Estados Unidos. Pero no desde un sentido de interés por la investigación o por la Historia, sino abrazando únicamente la vertiente más superficial, la que se ve en la televisión, la que se estampa en las camisetas… Así Mizuko, la joven japonesa, dedica parte de la noche en el hotel a seguir completando un album que elabora cuidadosamente donde compara el rostro de Elvis con estatuas populares y con otros mitos similares (La estatua de la Libertad, Madonna…). Por ello, viven del mito, de la superficialidad, de la realidad fantástica que esconden todas las figuras que fascinan a los individuos por el hecho de que han fascinado a muchos tiempo atrás.
Mientras que la pareja de japoneses se mueven en busca del mito, Luisa, la mujer italiana protagonista de la segunda historia, entra en Memphis por casualidad. No obstante, a ella también le afecta las peculiares tradicciones del sur de Estados Unidos. El director de Flores rotas (Broken flowers, 2005) nos muestra como cada persona que pisa el sur de Estados Unidos entra en contacto con su legado histórico, voluntaria o involuntariamente. De hecho, en un bar un hombre le cuenta una gran historia sobre un encuentro que tuvo con el verdadero Elvis, en el que le regaló un peine para que se lo diera precisamente a ella, a una chica llegada de Roma… lógicamente, la joven italiana no se lo cree, aún así, para quitárselo de encima le da el dinero que le pide. Posteriormente, en el hotel ve al verdadero fantasma…¿es fantasia?, ¿es realidad?, ¿no es la realidad más que las fantasias que crea nuestra mente? Esto es lo que parece preguntarse Jarmusch. Si la figura de Elvis era admirada por la pareja japonesa, en el tercer corto se da la visión inversa de la estrella de rock. Johnny, debido a su aspecto físico muy similar al de Elvis, no soporta verlo y, lo primero que hace al llegar al hotel, es pedirle a su compañero que de la vuelta al cuadro en el que aparece el rostro de la estrella, que está harto de ver su cara en todos lados. Así en Mistery Train la figura- mito pasa de ser adorada a ser despreciada, pero nunca indiferente.
En este filme todos los personajes parecen estar algo dementes, desiquilibrados y, aunque son completamente distintos entre ellos, sí hay una frase que se repite en los tres grupos de los distintos cortos: ¡Vaya hotel, ni siquiera tiene tele! La televisión y los medios que ayudan a abstenerse de sus vacías y solitarias vidas, este objeto es el que buscan para seguir pasando sus días, apartados de la realidad.
Después de este resumen de las tres películas ahora haré una síntesis, del porqué las he englobado juntas y de sus características comunes, también presentes, aunque en menor medida, en casi toda la filmografía de Jarmusch. En esta trilogía, como dije al inicio, se nos habla de la soledad existencial del hombre. Los personajes de este autor no tienen ni moral de héroes ni de antihéroes: son seres escépticos que no creen en nada, ni siquiera en sí mismos. Por eso, para poder sobrevivir espiritualmente, o bien se agarran a la capa más superficial de la vida (en el caso de Mistery train) o se embarcan en un viaje por una vida sin sentido, en un camino de huida y búsqueda infinito (más especialmente visible en Extraños en el paraíso y Bajo el peso de la ley). Sus personajes viven en una continua y profunda desilusión y ni siquiera los viajes que realizan de un lugar a otro les aportan un aire nuevo a su interior.
Con este ciclo de películas Jarmusch también nos ofrece una mirada irónica de los Estados Unidos de la década de los 80. Nos habla de la farsa del “sueño americano”, de la decadencia en las ciudades, de la falta de optimismo, de las almas sin dueño, y, fundamentalmente, de la falta de comunicación existente entre los distintos individuos y las terribles consecuencias que esto acarrea.
Este problema de la falta de comunicación lo representa en estas tres películas con la figura del extrajero: Eva, la prima de Hungría (Extraños en el paraíso), Bob, el preso italiano (Bajo el peso de la ley) y la pareja de japoneses y la mujer italiana (Mistery train) . El intruso en tierras de norteamerica le sirve de medio para exponer ciertos aspectos de la cultura de su país. En las tres películas vemos las diferencias entre las distintas culturas pero, al mismo tiempo, parece que el director nos lanza la siguiente pregunta: ¿no son en el fondo todos los sitios iguales?, ¿no son sólo diferencias externas, aparentes?
Esta idea de el individuo en tierras extrañas no se limita sólo a las distintas naciones o territorios, sino más bien al sentimiento de ser extranjero en tu propia casa, extraño en tu propio origen, en tu país… Así el personaje de Willie defiende a ultranza que es americano y no quiere saber nada de su país de origen, Hungría, ni siquiera oír hablar en su idioma nativo.
Por ello, los personajes jarmuschianos son seres egocéntricos e individualistas. Esto se debe a su desarraigo, no poseen el sentimiento de pertenencia a nadie ni a nada y por ello padecen la soledad y el vacío del que no son capaces de liberarse.
A esta insociabilidad y a la falta de comunicación están dedicados el resto recursos cinematográficos de las tres películas. Para empezar, su carácter discontinuo. Sus filmes no tienen un engranaje exacto, no se sigue por la regla de causa-efecto. Al contrario, son escenas casi independientes que se unen para formar una historia nueva. En ellas abundan los silencios, los diálogos rotos… sus películas parecen en ocasiones pura improvisación, a pesar de que Jarmusch, como gran literato que es, cuida al máximo los guiones y los diálogos.
Otro rasgo ligado con el anterior que, en mi opinión, es el más característico del director, es la elaboración de las secuencias a partir de los tiempos muertos. Respecto a esto, el mismo Jarmusch explica lo siguiente: “Hago películas sobre las pequeñas cosas que ocurren entre los seres humanos. En la mayoría de las películas, si un chico recibe una llamada de teléfono de su novia, el siguiente plano que se insertará en la sala de montaje será el del chico llegando a la puerta de la casa de su novia. Sin embargo, yo estoy más interesado en lo que le ocurre de camino a la casa que en las otras dos secuencias. ¿Qué vio el chico en el tren? ¿Qué comió? A mí me interesa lo que ocurre en el medio”.
La intención de mostrar la realidad sin adornos le llevan a una puesta en escena minimalista pero por ello no deja de ser poética. La fotografía hace que, en muchas de las películas de este autor, cada fotograma sea una postal, una obra de arte sobre la pura realidad. Pero si hay que reconocerle una virtud a Jim Jarmusch, es su actitud perfeccionista y su ambición por controlar absolutamente todos los aspectos de la obra. En cierta ocasión declaró que no entendía como ciertos cineastas sólo usan como inspiración otras películas. Para él todo lo que rodea su vida le vale de influencia. Por eso, otra de las grandes cualidades de esta trilogía es la representación de la arquitectura típica de la zona donde rueda. Los personajes que recorren las calles más desoladoras crean una especie de simbiosis entre las callejuelas por donde van y sus estados de ánimo.
Por último, como anteriormente mencioné, la música es esencial en la obra de Jarmusch, tanto que llegó a declarar que si Los Ramones no hubieran existido, probablemente no hubiera filmado ninguna película. Algunos de sus filmes parecen hechos exclusivamente para poder utilizar las melodías que él adora. Siempre ha defendido su modo tan personal de crear a partir de la música: escuchar canciones y dejar que la mente cree a partir de lo que despierta en ella la música. No es casualidad que en Extraños en el paraíso, en los primeros minutos, antes de que diga ni una sola palabra, vemos a Eva que pone en su casette “su canción”, que la acompaña mientras da el primer paseo por Nueva York. También es significante que en Bajo el peso de la ley los dos protagonistas, John Lurie y Tom Waits, en la vida real sean músicos muy del gusto del cineasta y que los ha solicitado como compositores para algunas de sus películas. Sin olvidar que uno de los momentos claves de unión entre las tres historias de Mistery Train se produce cuando, cada grupo de personajes, en su propia historia, escucha la canción Blue Moon de Elvi’s Presley.
Por ello, por esta trilogía y por el resto de su filmografía, se puede sin miedo y sin pecar de valentía declarar a Jarmusch como un cineasta independiente, un verdadero artesano que elabora sus películas para expresar lo que el siente, lo que el piensa y lo que a él le apetece contar. Gana dinero para hacer películas y no hace películas para ganar dinero. Así, mediante sus películas, como a los verdaderos autores, se conoce a Jim Jarmusch, un hombre con alma de poeta, de músico y, sobre todo, de cineasta.
Para finalizar, expongo una declaración que termina de explicar, en palabras del propio director, su visión del cine y, por tanto, de la vida.
Pregunta: Muchos de tus personajes parecen estar tocados por la soledad y la melancolía, ¿qué expresas con esto?
Respuesta: “Mi propia soledad y melancolía (Risas). Esto es parte de la vida y siempre me he sentido como un forastero en muchas formas -¡estoy seguro que no puedes imaginar porqué! Pero en la misma forma que utilizo el humor, la incomunicación y cosas que surgen de malentendidos. Todas esas cosas coexisten, entonces, trato de que coexistan en un personaje o en una película”.




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