sábado, 11 de agosto de 2012

William Friedkin - To live and die in L.A. (1985)


Vivir y morir en los Ángeles: nunca llueve en California
A mediados de los 80, William Friedkin había malgastado todo el crédito conseguido con "El exorcista" y "French Connection". El director había sido considerado una las grandes "esperanzas blancas" del cine, junto a los chicos de la escuela de L.A: Coppola,Lucas, Millius...,pero encadenó una serie de fracasos que la había relegado casi a la serie B, especialmente con "Sorcerer", una costosísima y fallida versión de "El salario del miedo", y con "A la caza", un polémico thriller protagonizado por Al Pacino, ambientado en los ambientes homosexuales más escabrosos.

Sin embargo, en 1985, Friedkin consiguió una película que, a pesar del fracaso inicial, ha conseguido con los años un estatus de film de culto, y que puede considerarse la última de sus obras con cierta garra y empuje -visto lo acomodaticio y comercial de sus últimas propuestas, como "Jade", "Reglas de compromiso" o "Hunted". Se trata de "Vivir y morir en los Ángeles", protagonizada por William L. Petersen (sí, "Gil Grissom") y un jovencísimo y por entonces desconocido Willem Dafoe, antes del éxito de "Platoon".

En EE.UU, un país donde coexisten -e incluso compiten- multitud de organismos de seguridad (DEA, FBI,Departamento de Aduanas, Oficina de alcohol tabaco y armas) el Servicio Secreto se ocupa, como misión principal, de la protección del presidente de los USA, pero también de la persecución de los falsificadores de moneda.Chance (W.L. Petersen) y Hart (Michael Greene) son dos agentes de muy diferente temperamento. Chance, el más joven es amante del riesgo, violento e impulsivo, mientras que Hart, mucho más mayor que éste procura atemperar los ánimos de su joven compañero.

Justo antes de su jubilación, Hart es asesinado por Masters, un falsificador de moneda al que estaba investigando. Chance será incapaz de asimilar su pérdida y desde entonces su único objetivo será apresar o matar a Masters. Ante los ojos de Vukovich, su nuevo compañero, emprende una senda suicida marcada por la autodestrucción moral y profesional en la que todo vale con el fin de conseguir su objetivo: la violencia más irracional, el chantaje, los abusos físicos y psicológicos. El propio Vukovich se ve inmerso, sin poder evitarlo, en la desenfrenada carrera de Chance, que llegará a su extremo cuando ambos agentes asesinen, por accidente, a un agente del FBI, con el fin de robarle una fuerte suma que les permita concertar una reunión y trato con Masters.

Estamos acostumbrados a ver, en películas de argumento parecido -"Harry el sucio", "Los intocables"- como el agente de la Ley se salta ésta con el fin de proteger a la sociedad, aún en contra de los deseos de esta (=fascismo). Pero en este caso, Chance ha llegado a un punto en que ha dejado de ser un agente de la Ley; su único pensamiento es la pura y simple venganza, de una manera obsesiva y total, y la Ley no es más que un estorbo... o una ayuda, en forma de placa, para extorsionar, chantajear y saltarse las convenciones morales cuando le es necesario. Chance termina siendo un individuo, a su modo, mucho peor que Masters; este, al fin y al cabo, es un artista que decidió convertirse en falsificador ante la posibilidad del dinero fácil y, sí, es un asesino, pero lo hace para proteger su libertad y su negocio; él vive y actúa de acuerdo con la vida que ha elegido, mientras que Chance ha decidido traicionar todo lo que ha defendido para paliar su sed de venganza.

La postura de Vukovich (soberbio John Pankhow) es, por otra, mucho más realista de la que podíamos ver en el personaje de Ethan Hawke en la reciente "Training Day": al principio es algo reticente con los métodos de su compañero, pero finalmente, y por no delatar a su compañero (el hombre que debe cubrirle la espaldas en caso de peligro), se verá involucrado en un asesinato,
sin posibilidad de confesarlo sin acudir a la cárcel.

La dirección de Friedkin, pese a lo atractivo del argumento y de los personajes, es mucho más irregular de lo que debería. Por una parte, el director sigue siendo un maestro en el rodaje de persecuciones automovilísticas; pero por desgracia, y seguramente en un intento de adaptarse a las modas del momento, dota a muchas escenas de un look "MTV" -el ritmo de la narración es llevado por la música-, lo cual provoca un ritmo irregular en toda la película.

No hace demasiado , Jose Luis Refoyo REFO y servidor discutían, a propósito de un post del magnífico blogero salmantino sobre "El exorcista", sobre las virtudes y defectos de "Vivir y morir...". REFO criticaba cierto look televisivo y el exceso de detalles demasiado coyunturales -el mencionado ritmo MTV, el look estilo 80s, etc. Si bien no puedo por menos que darle la razón en muchas de sus críticas, pienso que el buen trabajo de los actores (según Scorsese fué el trabajo de Dafoe en este filme y no en Platoon el que le movió a otorgarle el papel protagonista de "La última tentación de Cristo") y ciertas escenas de acción la redimen en gran parte sus fallos. Por no hablar de la ambiguedad moral que destilan todos sus protagonistas -y el propio final de la película-.

Tal vez una de las causas del fracaso en taquilla del film fuera el no contar con estrellas reconocibles en ese momento -prueba de las ciertas estrecheces que Friedkin debía sufrir ya. Pero también debemos recordar que el policíaco a mediados de los 80 estaba marcado por la larga sombra de "Superdetective en Hollywood" y "Arma Letal". El público estaba acostumbrado a la "buddy movie" dominada por la comedia, tanto o más que por la acción. Un filme como el de Friedkin, nada complaciente con los gustos del Hollywood imperante , tenía pocas o ninguna posibilidad de triunfar en taquilla. Sin embargo, el tiempo ha colocado al film en su lugar, y goza, pese al desconocimiento general, de una buena apreciación entre una gran parte de la crítica y aficionados al cine negro poco complacientes con "Tarantinadas" intrascendentes.
John Constantine
FA 4959

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