viernes, 9 de marzo de 2012

Jacques Tourneur - I Walked with a Zombie (1943)


YO DORMÍ CON UN ZOMBIE

Una enfermera es contratada para cuidar una paciente en una isla caribeña.
"Parece extraño… hace un año creo que no sabí­a ni qué eran los zombis. Pensarí­a que eran extraños, aterradores y algo divertidos“.
Con estas palabras de la enfermera Betsy comienza Yo anduve con un zombi, la pelí­cula más bella y lí­rica de la serie producida durante los años 40 por el excepcional Val Lewton (1904-1951). Una ensoñación maligna y sobrenatural situada en Las Antillas. Un poema sobre la vida y la muerte que transcurre en un mundo en descomposición en el que los nativos lamentan los nacimientos y celebran los entierros, un lugar en el que los peces saltan de terror a la superficie putrefacta del mar y en donde mueren las estrellas.
En Yo anduve con un zombi, al igual que en las demás pelí­culas de Lewton, la oscuridad se convierte en el principal recurso narrativo y estético. La oscuridad es profunda, insondable. Los sonidos, los olores y hasta el miedo recorren la oscuridad como un escalofrí­o hasta llegar a hacerse casi táctiles. El mar y el viento crean lí­mites geográficos y espirituales, se convierten en ví­as espectrales por donde transitan las voces, los pensamientos y las almas. Lo etéreo y lo terrenal, lo aparente y lo oculto, la vida y la muerte se funden de forma apaciguada, al compás del suave ritmo del Calypso y del sonido de los cañaverales cuando los acaricia la brisa preñada de yodo y de malos presagios.
La producción de Yo anduve con un zombi vuelve a reunir por segunda vez a Val Lewton con el director Jacques Tourneur (1904-1977), con el que rodará algunas de las mejores pelí­culas de la serie. Su producción dio comienzo tan sólo dos meses después de terminada la primera pelí­cula de su colaboración conjunta; La mujer pantera (1944). Es con Tourneur con quien Lewton determinará desde esta primera, las caracterí­sticas formales y estéticas de todas las pelí­culas de género fantástico que produce durante los años cuarenta para la RKO. Lewton y Tourneur compartí­an gustos y aficiones y una forma muy concreta de entender el género; para ambos lo importante era sugerir, nunca mostrar.
Según se comentaba, Lewton presentí­a que la ausencia de una amenaza especí­fica permití­a que cada espectador proyectara sus miedos más í­ntimos. Sin embargo, Lewton sí­ nos da pistas a través del sonido de la naturaleza de esa amenaza, el plano queda fijo pero el sonido es el que nos sugiere qué tipo de peligro acecha a los protagonistas de sus pelí­culas; y es el sonido, e incluso la ausencia de éste, utilizados ambos, sonido y silencio, de manera magistral, del que se vale para mantener un tenso suspense que explota de manera brusca e inesperada para el espectador. La utilización del terror sugerido se convertirá en el recurso de éxito y en la seña de identidad de las producciones Lewton y también en una caracterí­stica de todo el cine de Tourneur. Al respecto, Tourneur señalaba: “(…) de cualquier modo, la utilización del estilo elí­ptico, la manera de sugerir el horror, es una aportación personal y continúo estando convencido de que es la única forma válida de hacerlo”.
El clí­max de este “suspense de lo sobrenatural” ocurrí­a en “off”, la fuente del peligro es invisible para el espectador y la oscuridad se convierte en la envoltura siniestra y amenazante en la que cualquier cosa agazapada en las sombras puede acecharnos, agredirnos o enloquecernos. En las pelí­culas producidas por Lewton, la oscuridad se convertirá en un potente elemento narrativo gracias a un elaborado trabajo de fotografí­a y de dirección artí­stica.
La pelí­cula está basada en un artí­culo cientí­fico de Inez Wallace sobre el vudú en Haití­ y su estructura y personajes fueron tomados del clásico de la literatura “Jane Eyre”, de Charlotte Brontí«. Esta especial revisión del clásico adaptado al género fantástico era muy del gusto de Lewton, quien adaptó en otras ocasiones relatos de Robert Louis Stevenson. Productor culto y sensible, Lewton supervisaba cada guión con su equipo -firmó alguno de ellos con el seudónimo Carlos Keith-, y siempre reescribí­a él mismo una última versión antes de rodar. Para Yo anduve con un zombi encargó la escritura del guión a Curt Siodmak, hermano del director Robert Siodmak, y a Ardel Wray, que realizaron un magní­fico trabajo. (...) (Claqueta)

"El ùnico horror verdadero està en nuestra alma." Jacques Tourneur

FA 4610

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