viernes, 16 de septiembre de 2011

Hiroshi Shimizu - Kanzashi (1941)


Un soldado se ve forzado a prolongar su estancia en un spa rural cuando accidentalmente se corta en el pie con una horquilla. Pronto encuentra a la dueña del objeto y se enamora de ella.

HIROSHI SHIMIZU (1903-1966) comenzó a trabajar en el estudio Shochiku como asistente de dirección. En 1924, a la temprana edad de 21 años, fue ascendido a director y rodó su primera película. Rápidamente se ganó una reputación de cineasta hábil, especializado en comedias y melodramas. Filmó alrededor de 160 películas, y su amigo Yasujiro Ozu llegó a afirmar que él mismo no sabía filmar como Shimizu. Otro grande, Mizoguchi, pudo decir también que "gente como Ozu y yo hacemos películas con enorme dedicación y trabajo, pero Shimizu es un genio".
Shimizu aborrecía las limitaciones y prefería improvisar, empleando niños y escenarios naturales, tejiendo historias líricas que sacaban todo el provecho de los paisajes japoneses.
Las obras de Shimizu, que alcanzaron la cima de su expresividad en los años 30 y 40, son consideradas como una fotografía en movimiento del Japón del siglo XX, ya que describe las costumbres y contradicciones del país, desde la euforia modernista de los 30 hasta el momento crítico de reconstrucción de la posguerra. Las películas de este maestro nipón tienen una narrativa "aglutinadora", basada en la primacía del grupo sobre los episodios aislados, una técnica que se ve reflejada claramente en el film Hanagata Senshu (Un atleta de primera, 1937).
Nombrado por los críticos como heredero de la estética de René Clair, Hiroshi Shimizu es un director "espontáneo y reduccionista", que reniega además del concepto de narrativa lineal. Shimizu encuentra en la composición su medio expresivo predilecto, y fiel a la tradición del cine nipón, en sus películas el contenido acaba dominado por la forma.
Los travellings, y especialmente los pasos de un plano fijo a otro en movimiento constituyen en el cine de Shimizu figuras rítmicas que apoyan a la emoción. El maestro nipón también muestra en sus propuestas cinematográficas cierta predilección por los planos generales espectaculares, así como por las sucesiones de planos cortos, que se convierten en la fuerza que impulsa la historia.
Los finales basados en secuencias de concentrada fuerza poética son otro de los rasgos distintivos de Hiroshi Shimizu. De algún modo, este realizador consigue convertir sus películas en un reportaje en directo de la vida de su época, lo que marcaría también su carrera como humanista.
"Las películas de Shimizu son, de hecho, más conmovedoras que encantadoras y él era en buena medida un crítico social. Sus personajes son casi siempre marginales, ya sea por la situación personal (pobreza, ruptura familiar), la profesión (sus hombres suelen ser artistas; las mujeres, camareras o prostitutas) o la geografía (muchas películas transcurren en áreas remotas de Japón, especialmente en la inaccesible península de Izu). La simpatía de Shimizu por el marginal le garantiza una perspectiva desde la cual mirar con escepticismo una sociedad en la que sus personajes no encajan. Nunca hubo tarea más urgente en el revuelto Japón de los años treinta". (Alexander Jacoby en Senses of Cinema)

"Quiero que mi vida tenga más significado." 
Hiroshi Shimizu


FA 4358

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