martes, 5 de julio de 2011

Luchino Visconti - Bellissima (1951)

En los estudios de Cinecittà, el director Alessandro Blasetti está haciendo un casting para seleccionar a la niña que actuará en su nueva película. Entre la multitud de madres que han llevado a sus hijas está Maddalena Cecconi, una mujer de barrio que sueña con ver a la pequeña María en el Olimpo de las grandes estrellas. Contra la voluntad de su marido Spartaco, Maddalena no desdeña medios para conseguir sus fines: inscribe a María en un curso de baile y actuación, le paga fotógrafo y peluquera, le hace coser vestidos a medida. En su obsesión, se confía incautamente a Alberto Annovazzi, un especulador sin escrúpulos que dice tener los enganches necesarios para hacer que María realice la prueba..
Bellissima Anna Magnani, musa de lo que fue el cine italiano post fascista, al mismo tiempo mujer desesperada en Roma cittá aperta (Rossellini), encarnación del alma de una ciudad en Mamma Roma (Pasolini) o proletaria exaltada en Bellissima (Visconti). Esta increíble mujer supo encarnar, a través de sus personajes, las distintas y complejas caras de la sociedad italiana después de la caída de Mussolini. Uno de los realizadores que supo aprovechar al máximo sus potencialidades artísticas fue justamente el genial Visconti, personaje controvertido y crítico frente a la sociedad en la que vivía, que nunca dejó de creer en su propia visión del cine y que siempre fue fiel a su personal mirada sobre la actualidad. Es justamente esta postura, esta fusión del arte y de la realidad, que fue procesada y que muchos críticos de la época definieron como falsa por demasiado estilística. Bellissima es un ejemplo perfecto de su idea del cine como ‘espejo de la sociedad’, reflejo artístico de la gente que vivió durante su época. El Neorrealismo Italiano se basa justamente en el dilema: cómo representar la realidad a través del cine, cómo dejar una imagen de lo que fue la sociedad italiana de post guerra sin traicionar la Historia. La postura escogida por muchos realizadores, Rossellini en primer lugar, fue la de la ‘ilusión de la realidad total’; estos artistas creyeron, en efecto, en la capacidad del cine de captar lo real sin mutaciones. Visconti nunca creyó en esta visión del cine y, al contrario, siempre fue fiel a su ideal, la ‘realidad del arte’. Durante su vida, investigó con determinación el medio cinematográfico, la única arma que tenía para comprender la realidad en la que vivía. Anna Magnani fue la actriz que encarnó en sí misma esta paradoja de la ‘realidad del arte’, de la representación de la actualidad a través de las características propias del séptimo arte. Bellissima, así como ‘la Magnani’, nos guían en este mundo fantástico, una mezcla atípica de comunismo y aristocracia que continúa siendo moderno e intrigante después de medio siglo.(Texto de Giorgia Del Don tomado decontrapicado.net)

"¿Qué me ha llevado a una actividad creativa en el cine? (actividad creativa: obra de un hombre viviente en medio de los hombres)Con este término queda claro que me refiero a todos los hombres y no sólo al dominio de los artistas. Cada trabajador, viviendo, crea: siempre que pueda vivir. Es decir: siempre que las condiciones de su ocupación sean libres y abiertas; tanto para el artista, como para el artesano, como para el obrero. No el reclamo prepotente de una presunta vocación, concepto romántico lejano de nuestra realidad actual, término abstracto, acuñado para comodidad de los artistas, para contraponer el privilegio de su estatus a aquel de las demás personas. La vocación no existe, pero, en cambio, existe la conciencia de la experiencia propia, el desarrollo dialéctico de la vida de un hombre en contacto con otros hombres, pienso que sólo a través de una sufrida experiencia, cotidianamente estimulada por un afectuoso y objetivo examen de la condición humana, se pueda por fin alcanzar la especialización. Pero alcanzar, no significa en modo alguno encerrarse rompiendo los estrechos lazos que nos unen con lo social, como sucede a muchos, al punto que la especialización termina prestándose a culpables evasiones de la realidad, en palabras más crudas: a transformarse en cobarde abstención. No quiero decir que cada trabajo no sea particular y en cierto modo una profesión. Pero será válido sólo si se traduce en el producto de múltiples testimonios de vida, será válido sólo en cuanto sea una manifestación vital. El cine me atrajo porque en él confluyen y se coordinan las exigencias de muchos. Es claro que la responsabilidad humana del director resulta extraordinariamente intensa. A menos que esté condicionada por una decadente visión del mundo, esta vendrá encaminada por el camino más justo. Al cine me ha llevado sobre todo el empeño de contar historias de hombres vivos: de hombres vivos en las cosas, no las cosas por si mismas. " Luchino Visconti

FA 4230

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