lunes, 6 de junio de 2011

Edward Sedgwick - The Cameraman (1928)

Luke Shannon Keaton es un fotógrafo que buscará ser contratado por la Metro Goldwyn Mayer para trabajar como cámara en su departamento de noticias con la intención de poder estar cerca de Sally, una secretaria del estudio de la que se ha enamorado tras hacerle un retrato.

No sólo destaca la labor de Buster Keaton como actor, sino también como director, guionista, montajista y productor. Desde principios de su carrera deja ver la enorme cantidad de ideas que tiene para ser proyectadas en los films así como su talento para manejar el lenguaje cinematográfico; no obstante, él siempre fue muy modesto, según afirman personas con las que trabajó, como Red Skelton:
"Era tan modesto que nunca supe que era él quien había escrito todas esas cosas que yo hacía. Me sacaba aparte y me decía: 'Creo que esto sería gracioso...', me describía un gag y después dejaba creer a los demás que había sido mi idea..."
Keaton aparecía generalmente como co-director o co-guionista, lo cual provocaba que su labor en estos campos no fuera tan valorada o incluso ignorada. No obstante, es bien sabido que Keaton daba crédito a la más mínima ayuda, por lo que, en ocasiones, compartía créditos de dirección con alguien que había desempeñado el papel de un asistente de dirección. Incluso él aparece ausente en los créditos de varias películas en las que en realidad había intervenido en todos los aspectos de la realización.
Un elemento determinante en Keaton es que comprendió las limitaciones que tenía el cine mudo y las adecuó a un lenguaje que supo desarrollar al máximo. La construcción cómica con la que Buster estaba familiarizado era la que había aprendido en el vaudeville, la cual consistía en presentar los relatos según una cierta estructura: gag-situación-sketch-conjunto de sketchs. En cambio, la forma en que se desarrolla la narración cinematográfica es diferente: introducción-desarrollo-nudo-desenlace. Gran parte de la riqueza de la obra de Keaton se basa en la combinación que logra hacer de ambas estructuras, alcanzando un estilo propio.
Podría definirse a Keaton como un realizador inventivo, pues se las ingeniaba para que todas las posibilidades del lenguaje cinematográfico de la época estuvieran a la disposición del dinamismo de su personaje. Explotó la cámara hasta encontrar el punto en el que ésta le permitiera una mayor fluidez en el montaje y reducía al mínimo las interrupciones de los intertítulos. Cabe señalar que estas técnicas las empezó a desarrollar aproximadamente desde 1923, cuando ya realizaba dos largometrajes por año, aproximadamente. De esta manera, Keaton maneja mejor que sus contemporáneos el dominio del desarrollo fluido del relato así como la perfección en el tratamiento de los gags.
Keaton no sólo busca filmar una secuencia de gags, sino que intenta crear cierto estilo muy personal. En sus películas predomina un tema en específico: la búsqueda del amor y el esfuerzo por conseguirlo. La manera en que resuelve este sencillo problema en todas sus películas es lo que más impresiona. Él posee una imaginación inagotable, la cual utiliza para integrar perfectamente el gag y la trama narrativa en una historia bien lograda; y de esta forma conquistar al público. Sus historias poseen un estilo casi poético y sus personajes se mezclan entre los sueños y la realidad.
Para la filmación de sus películas, Keaton hace un inteligente uso de las estrategias técnicas y narrativas que desarrolla a lo largo de su carrera. Dependiendo de lo que quería proyectar sería la manera en la que escogería el manejo de las cámaras. Así mismo, la construcción de los gags dependía del desarrollo de la historia, lo cual evitaba que los constantes chistes obstaculizaran la correcta linealidad de la trama. El montaje de muchas películas también estuvo a su cargo y lo realizaba de una manera poco sencilla: “Keaton era su propio editor y solía trabajar sin ningún tipo de proyector, mirando el material a trasluz.” Se empeñaba en que el montaje quedara correctamente realizado, con la intención de que la película final estuviera de acuerdo a lo que él quería y tal como la había imaginado.
Al igual que otros directores de su época, Keaton no escatimaba en gastos cuando se trataba de crear una buena escena. En el momento en que ideaba un gag trataba de efectuarlo lo mejor posible. En La General, se realizó el que es considerado como el gag más caro de toda la historia del cine, y también uno de los más famosos, el cual se da al caerse una locomotora al río.
Una de las razones por las cuales Buster se convierte en todo un genio en cuestiones técnicas tiene que ver con el amor que le tiene a su trabajo. Desde sus primeras películas demuestra interés por el proceso que implica la realización de una película y se relaciona con directores, guionistas y montajistas para aprender sus respectivas labores. Se vuelve autodidacta y aprende todo lo que necesita saber sobre la creación técnica de los films. Lo demás ya lo tenía. (Rincòn del vago)
A principios de 1928, Buster Keaton decidido a asegurar su futuro profesional y desoyendo los consejos de sus amigos Charles Chaplin y Harold Lloyd, firma un contrato con la Metro Goldwyn Mayer, que va a ocasionarle la pérdida del control total de sus películas. Aunque la compañía le dicta el tema del film y encarga a 22 escritores para la confección del guión, Keaton logra que se contraten los servicios del gagman Clyde Bruckman y del fotógrafo Elgin Lessley, dos de sus más
habituales colaboradores. Frente al encorsetamiento pretendido por la productora, Keaton logra imponer los criterios de improvisación fílmica que caracterizan toda su obra. Si a ello añadimos que el rodaje de la película se realiza en escenarios naturales de Nueva York y California, resulta que la frescura y espontaneidad habituales del cómico están, en The Cameraman, no sólo preservadas, sino más presentes que nunca. El personaje de Keaton es el de siempre, un hombre paciente y voluntarioso, de cuya inadaptación nace su enorme torpeza. La estoicidad con que afronta las catástrofes que acontecen a su alrededor no es fruto sino de su desmotivación. Cuando en cuentra un sentido a su vida, el amor hacia su chica, el hombre de rostro imperturbable, lucha a su manera hasta conseguirla. Incluso en ese momento de triunfo, el personaje no duda en mostrarnos su particular visión de la realidad, al interpretar como propio el multitudinario recibimiento del cual Lindberg es objeto. La película, repleta de gags antológicos, resulta deliciosa y merece situarse, sin ninguna duda, entre las mejores producciones del cómico. Estrenada el 15 de septiembre de 1928 en el Capítol de Nueva York, la calidad del film es aplaudida por crítica y público, en la que va a ser, desgraciadamente, la última gran producción de Keaton. (Texto de Luis Enrique Ruiz, tomado de Obras Maestras del Cine Mudo)
FA 4140

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